[ Ya hemos comenzado a reconstruir mi casa. Empezamos por el cuarto de mi hermano, donde se tiró un muro que se está rehaciendo con ladrillos.
Pensé en los ladrillos
de mi vida.
Lady Gaga dice que love is like a brick, you can built a house or sink a dead body.
Me río. Pensé en envolver ladrillos con mis cartas húmedas. Le dije a mi hermano que debíamos intervenir uno cada uno.
La felicitación de fin de año que mi madre pretende enviar a todos nuestros conocidos, comienza con "adiós al 2017, año de temores realizados y..." algo sobre las cosas que no se cumplen. Los sueños que se van, las esperanzas que no aterrizaron.
Miro la pared y el cemento. Ciertamente, me quedé con varios sueños desbaratados, esperanzas desechas. Planes frustrados, piezas de rompecabezas que no encajan. Sin embargo, mi casa no se cayó: hay que reparar, resanar.
Reconstruir.
A mi barco no le han entrado agua a los aparejos.
Considero que el 2017 fue un buen año. "Intervengo" un ladrillo, escribiendo algo sobre mi casa. Mi padre pinta otro. Quería llenar uno con las patitas de mis gatos, pero iba a ser mucho más complicado de lo que pensé en un principio.
He estado meditanto sobre los palimpsestos.
Con esta reconstrucción y el repentino re encuentro con las 50 cartas que he escrito en los últimos 6 años, un par de piezas se acomodaron en mí. Algo encontró su lugar, el punto de equilibrio; algo iluminó, invadió, se apaciguó.
No por tener los pedazos de regreso. En realidad, siempre estuvieron allí.
Estoy completa.
Hoy pienso en los ciclos. Los ciclos que comienzan con un baile y un animal de papel, y que terminan...
Terminan con una carta. Salvo en esta ocasión.
Hoy, agradezco a mis compañeros de vida, por haberme acompañado en ese momento de mi vida. Celebro las palabras, los actos, los que cuentan.
Planto un ladrillo en algún lugar de esta pared. Hoy, replanteo todos los procesos, la ecuación, el experimento, sabiendo que fuiste el compañero de mi vida perfecto para este momento de mi vida. Que contigo encontré la paz, sin evitar la vida.
Un día podré escribir (te/me/nos) cuánto me crecí con este pasado.
Adiós 2017.
Año en que me convertí, oficialmente, en física. Año de mi primer publicación, de escuchar mi voz, de aprender a despedirme; año de resignificación; año de distancia, de bailar.
"Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener,
entrar y salir de fase"
Año de seguir mis deseos.
[Chingue su madre el miedo.
Me visto de azul, de amarillo. Bailo Yemayá, como las olas, como la espuma golpeando contra el acantilado; me hundo en la arena y sigo bailando. Ya no más enjaular este océano; al diablo las paredes y las voces, que se hundan las piedras y se ahoguen las expectativas. Soltar, dejar ir, pero amar.
A M A R
Todomenosmiedo.
La vida es mía pero
el corazón es tuyo.]
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domingo, 24 de diciembre de 2017
Ciclos
Variables Complejas
Los años pasan,
Nosotros los físicos,
Qué cursi es uno a veces,
Srita. Entropía,
Variable aleatoria
lunes, 21 de agosto de 2017
Give me more funk
¿Fue en agosto? Me parecía más noviembre, pero puede que haya sido octubre.
La "conexión" contigo me resultaba confusa: pensé que, como yo, estabas aprendiendo, aunque claramente me llevabas cierta ventaja,
Ruchi dijo que eras guapo y tú te reíste nerviosamente. No me fijé con detenimiento, pero me gustaron los ojos detrás de tus lentes. Me quedé con un retazo de tu voz en alguna parte de mi mente.
Lo que sí, es que esa conexión fue... Intrigante.
Volví a encontrarte dando clases junto a rectoría (¿fue eso en febrero?). Quise lucirme un poco bailando contigo: quedé en ridículo ante mi evidente falta de práctica. Por no mencionar mi natural torpeza. Me gustó tú clase. Seguía intrigada por tu forma de conectar: por esa mirada que nunca retiras y, sobre todo, porque no sonreías al bailar.
Después de eso vino un "¿quieres bailar?" con tu bigote de Charles Chaplin. Estoy segura que eso fue mucho después, en abril. Me sacaste a bailar más de una vez. Me saludaste como si lleváramos más tiempo conociéndonos. Bailamos. Me dejaste tu sombrero, junto con esa traviesa sonrisa que, para ese entonces, ya me tenía deformando tiempo y espacio.
Desde febrero, yo tenía la intención de sacar a bailar a alguien más. En una multitud de gente,con dos de mis previas elecciones "a la mano", te encontré a ti: y no te estaba buscando.
Semana santa (en abril también, creo): mis nervios y mis fantasías truqueando los dobleces del conejo de papel que le asocié a tu sombrero. Nos encontramos una noche que - para variar - no esperaba verte. Bailamos. Esa vez dijiste las palabras mágicas:
"Uno no debería pedir perdón cuando está bailando..."
[Baila conmigo esta noche
así como lo hiciste UNA VEZ]
Compartimos una cerveza y entraste al laberinto de mi cabeza, llevando contigo una madeja. Vinieron las citas después de la clase de swing en rectoría: una chela con la promesa de otra. Te devolví el sombrero. Quise develar los secretos de tu seguridad, de esa sonrisa que no se parecía en nada a la que había visto en (¿habrá sido septiembre?).
Ya no quería un simple recuerdo.
Recuerdo que fueron tres veces. Una exprés, una segunda donde te conté la historia del barquito de papel (y supe que esto no tenía vuelta de hoja), y una tercera donde bailamos. Me acompañaste al metro. No queríamos despedirnos. Ya no sabía de qué se trataba - si se trataba de algo - cada que bailábamos swing, cada que habláblamos, que nos buscábamos. Me llevaste al cine, apenas si me tocaste de forma discreta las piernas.
Eso sí lo recuerdo muy bien: 20 de mayo. Más por que tú lo recordabas mejor que yo.
Ahora ya es agosto.
Ya nos hemos besado, tomado de la mano: encontrado a oscuras en el cine, empapados bajo la lluvia en insurgentes, fríos y adormilados en una tienda de campaña en Tepoztlán. Nos hemos leído mutuamente, hemos jugado ajedrez y nos hemos tirado a contemplar el pasto. Te he visto tocar el bajo mientras juegas con tus pies. Empiezo a explorar los tonos de travesura de tus ojos, a sacarle las líneas espectrales de los niveles de excitación de todos tus átomos cuando bailas, cuando hablas de lo que te gusta, cuando te emocionas, cuando te excitas, pero también cuando estás serio y distante.
Junio y julio se me han ido entre tus lunares, entre tus huesos. En el misterio de por qué no eras lo que estaba buscando y ahora....
Eres todo lo que busco en mí. Y no lo entiendo.
(Emocionados como niños
sonriendo olvidando todo
eras el dueño de la pista
los dos estábamos PERDIDOS)
No creo que tú estuvieras perdido.
Yo sí lo estaba.
Aunque ahora, contigo, creo que nunca lo estuve.
La "conexión" contigo me resultaba confusa: pensé que, como yo, estabas aprendiendo, aunque claramente me llevabas cierta ventaja,
Ruchi dijo que eras guapo y tú te reíste nerviosamente. No me fijé con detenimiento, pero me gustaron los ojos detrás de tus lentes. Me quedé con un retazo de tu voz en alguna parte de mi mente.
Lo que sí, es que esa conexión fue... Intrigante.
Volví a encontrarte dando clases junto a rectoría (¿fue eso en febrero?). Quise lucirme un poco bailando contigo: quedé en ridículo ante mi evidente falta de práctica. Por no mencionar mi natural torpeza. Me gustó tú clase. Seguía intrigada por tu forma de conectar: por esa mirada que nunca retiras y, sobre todo, porque no sonreías al bailar.
Después de eso vino un "¿quieres bailar?" con tu bigote de Charles Chaplin. Estoy segura que eso fue mucho después, en abril. Me sacaste a bailar más de una vez. Me saludaste como si lleváramos más tiempo conociéndonos. Bailamos. Me dejaste tu sombrero, junto con esa traviesa sonrisa que, para ese entonces, ya me tenía deformando tiempo y espacio.
Desde febrero, yo tenía la intención de sacar a bailar a alguien más. En una multitud de gente,con dos de mis previas elecciones "a la mano", te encontré a ti: y no te estaba buscando.
Semana santa (en abril también, creo): mis nervios y mis fantasías truqueando los dobleces del conejo de papel que le asocié a tu sombrero. Nos encontramos una noche que - para variar - no esperaba verte. Bailamos. Esa vez dijiste las palabras mágicas:
"Uno no debería pedir perdón cuando está bailando..."
[Baila conmigo esta noche
así como lo hiciste UNA VEZ]
Compartimos una cerveza y entraste al laberinto de mi cabeza, llevando contigo una madeja. Vinieron las citas después de la clase de swing en rectoría: una chela con la promesa de otra. Te devolví el sombrero. Quise develar los secretos de tu seguridad, de esa sonrisa que no se parecía en nada a la que había visto en (¿habrá sido septiembre?).
Ya no quería un simple recuerdo.
Recuerdo que fueron tres veces. Una exprés, una segunda donde te conté la historia del barquito de papel (y supe que esto no tenía vuelta de hoja), y una tercera donde bailamos. Me acompañaste al metro. No queríamos despedirnos. Ya no sabía de qué se trataba - si se trataba de algo - cada que bailábamos swing, cada que habláblamos, que nos buscábamos. Me llevaste al cine, apenas si me tocaste de forma discreta las piernas.
Eso sí lo recuerdo muy bien: 20 de mayo. Más por que tú lo recordabas mejor que yo.
Ahora ya es agosto.
Ya nos hemos besado, tomado de la mano: encontrado a oscuras en el cine, empapados bajo la lluvia en insurgentes, fríos y adormilados en una tienda de campaña en Tepoztlán. Nos hemos leído mutuamente, hemos jugado ajedrez y nos hemos tirado a contemplar el pasto. Te he visto tocar el bajo mientras juegas con tus pies. Empiezo a explorar los tonos de travesura de tus ojos, a sacarle las líneas espectrales de los niveles de excitación de todos tus átomos cuando bailas, cuando hablas de lo que te gusta, cuando te emocionas, cuando te excitas, pero también cuando estás serio y distante.
Junio y julio se me han ido entre tus lunares, entre tus huesos. En el misterio de por qué no eras lo que estaba buscando y ahora....
Eres todo lo que busco en mí. Y no lo entiendo.
(Emocionados como niños
sonriendo olvidando todo
eras el dueño de la pista
los dos estábamos PERDIDOS)
No creo que tú estuvieras perdido.
Yo sí lo estaba.
Aunque ahora, contigo, creo que nunca lo estuve.
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Qué cursi es uno a veces,
Srita. Entropía,
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martes, 29 de julio de 2014
Al demonio
[Al demonio con ustedes muchachos]
Lo supe estando allí encaramada, en las gradas del estadio Azteca. Los testigos de Jehová predicaban guardar el corazón, entregárselo a la persona con quien te cases.
Salvaguarda tu corazón.
Y una mierda.
Bajé como pude, como me lo permitieron los espantosos zapatos planos que traía puestos, con un montón de grullas de papel en una bolsa y me escabullí, perdiéndome en territorio desconocido.
Hice esa y otras muchas cosas por amor.
Lo supe también estando allí sentada, en las escaleras del instituto de matemáticas. Desbordé mi pasión sobre él porque me creí libre de hacerlo. Quizás, al final, eso fue lo que lo devoró, venciéndolo por completo.
Aún así, escribí un mail entregando lo más valioso de mi pequeña y avasalladora persona: la esperanza. Abogué por las cosas buenas, una vez más, y prendí una velita en el fondo de mi esquina más oscura.
Volvería a hacer todo lo que hice por él. Volvería a descalibrar mi mundo por él.
Lo supe acostada sobre el sillón en el cual nos sentábamos a besarnos. Escuché al polvo repetir latidos y quizás dejé un par de pulsaciones entre los pliegues de los cojines. Mis lágrimas se fueron a algún sitio que los físicos no conocemos. Aún así, seguí intentándolo, necia como siempre he sido. Hoy en día, su amor es el más fiel y puro que he sentido. Porque vencimos el miedo.
Supe que yo fui hecha para amar. Para morir también.
Pero no fui hecha para la bolsa negra.
(Romperme el corazón ya no es pretexto. Después de todo, de eso vengo. A eso voy).
Lo supe estando allí encaramada, en las gradas del estadio Azteca. Los testigos de Jehová predicaban guardar el corazón, entregárselo a la persona con quien te cases.
Salvaguarda tu corazón.
Y una mierda.
Bajé como pude, como me lo permitieron los espantosos zapatos planos que traía puestos, con un montón de grullas de papel en una bolsa y me escabullí, perdiéndome en territorio desconocido.
Hice esa y otras muchas cosas por amor.
Lo supe también estando allí sentada, en las escaleras del instituto de matemáticas. Desbordé mi pasión sobre él porque me creí libre de hacerlo. Quizás, al final, eso fue lo que lo devoró, venciéndolo por completo.
Aún así, escribí un mail entregando lo más valioso de mi pequeña y avasalladora persona: la esperanza. Abogué por las cosas buenas, una vez más, y prendí una velita en el fondo de mi esquina más oscura.
Volvería a hacer todo lo que hice por él. Volvería a descalibrar mi mundo por él.
Lo supe acostada sobre el sillón en el cual nos sentábamos a besarnos. Escuché al polvo repetir latidos y quizás dejé un par de pulsaciones entre los pliegues de los cojines. Mis lágrimas se fueron a algún sitio que los físicos no conocemos. Aún así, seguí intentándolo, necia como siempre he sido. Hoy en día, su amor es el más fiel y puro que he sentido. Porque vencimos el miedo.
Supe que yo fui hecha para amar. Para morir también.
Pero no fui hecha para la bolsa negra.
(Romperme el corazón ya no es pretexto. Después de todo, de eso vengo. A eso voy).
Variables Complejas
Los años pasan,
Srita. Entropía,
Variable aleatoria
sábado, 30 de marzo de 2013
Quiérote
Porque la vida es fácil y el amor, a la larga, te dejas más motivos para reír que para deprimirte. Porque afortunadamente existen la homeopatía y las terapias que no requieren más de un día a la semana. Porque, al final, no se nos ha caído el mundo encima, ni hemos muerto más que un poquito, por lo menos una vez al año.
Porque es rico variar entre café, té y chelas, recordando que el desenfreno es completamente válido, que también la vida se trata de impulsos que nos llevan a anécdotas a futuro para curarnos la incertidumbre. Porque hablarte es también como asomarme un poquito en mi, por aquello de que me conoces de toda la vida y dirigirme a ti es, un poco, dirigirme a ti, con ese típico "Ay" de "qué pendeja eres, pero aquí estoy, tras años o meses, aquí estoy para ti".
Porque este vínculo se ha hecho más fuerte tras peleas, arrebatadas de galanes, malas intenciones y olvidos pasajeros.
Porque, al final, siempre tuvimos la exclusiva de la vida de la otra. Los jugos para la cruda, las lágrimas para el güey que nos rompió el corazón, los cigarritos (aunque ahora ya no te haga compañía con uno) para maldecir a los hombres, los mails para darnos señales de vida, lejos o cerca. La oportunidad de conocer el mundo mediante metidas de pata y uno que otro acierto, y tener a alguien allí que nos conoce desde que supimos que era, para empezar, una pata.
Qué loco. Y después de 16 años de conocerte por fin voy a poder regalarte unos estúpidos aretes que vas a poder usar.
Porque es rico variar entre café, té y chelas, recordando que el desenfreno es completamente válido, que también la vida se trata de impulsos que nos llevan a anécdotas a futuro para curarnos la incertidumbre. Porque hablarte es también como asomarme un poquito en mi, por aquello de que me conoces de toda la vida y dirigirme a ti es, un poco, dirigirme a ti, con ese típico "Ay" de "qué pendeja eres, pero aquí estoy, tras años o meses, aquí estoy para ti".
Porque este vínculo se ha hecho más fuerte tras peleas, arrebatadas de galanes, malas intenciones y olvidos pasajeros.
Porque, al final, siempre tuvimos la exclusiva de la vida de la otra. Los jugos para la cruda, las lágrimas para el güey que nos rompió el corazón, los cigarritos (aunque ahora ya no te haga compañía con uno) para maldecir a los hombres, los mails para darnos señales de vida, lejos o cerca. La oportunidad de conocer el mundo mediante metidas de pata y uno que otro acierto, y tener a alguien allí que nos conoce desde que supimos que era, para empezar, una pata.
Qué loco. Y después de 16 años de conocerte por fin voy a poder regalarte unos estúpidos aretes que vas a poder usar.
Te quiero, Melko.
Variables Complejas
Los años pasan,
Variable aleatoria
jueves, 21 de marzo de 2013
Jueves.
Y no estudies
Y no te peines
Mejor quédate esperando
la lluvia
[¿Ya estás estudiando y peinándote, Señorita Entropía? Otra vez te agarró la madrugada]
Y no te peines
Mejor quédate esperando
la lluvia
[¿Ya estás estudiando y peinándote, Señorita Entropía? Otra vez te agarró la madrugada]
Variables Complejas
Escrito en la esquina de mis apuntesde cálculo,
Srita. Entropía,
Variable aleatoria
lunes, 18 de marzo de 2013
Dicen que llevamos el infinito en el corazón
Leyendo un texto de Sabines sobre Adán y Eva, recordé que Hemingway solía decir que "Hacer el amor es hacer una tregua con la muerte". El amor real y veraz lo hace.
Y entonces me di cuenta de que Adán y Eva definitivamente sabían el secreto de vivir para siempre.
Y sólo me dio más tristeza.
Srita. Entropía.
Y entonces me di cuenta de que Adán y Eva definitivamente sabían el secreto de vivir para siempre.
Y sólo me dio más tristeza.
Srita. Entropía.
Variables Complejas
Cantamos o nos callamos,
Lánzame los platos baby,
Matemáticas indiscretas,
Tanathos,
Variable aleatoria
lunes, 14 de enero de 2013
Sucede
la lluvia
la falta de hojas sobre el árbol
y el hueco de un mano desnuda
(que no me recorre,
sólo me susurra)
Suceden
trenzas en mi cabello
tierra en mis tobillos
y nadie que mire por la ventana
Sucede
lo inevitable de las cornisas
y de las caídas
El desfase de las nubes
y de los trabalenguas;
las catástrofes de tu cabello
y el entrelazo de todos los hilos.
éxito
agitación
La ausencia de hojas en el árbol
y la cavidad de la mano desnuda
(No me
susurra solamente)
ocurrir
trenzas de pelo
tobillos país
y nadie mirando por la ventana
Srita. Entropía ×
[Y lo demás que sucedió, sólo sucedió]
Variables Complejas
Srita. Entropía,
Variable aleatoria
miércoles, 5 de diciembre de 2012
"Nunca subestimes el poder de una carta bien escrita"
Pase lo que pase, respondas lo que respondas, pienses lo que pienses, estoy segura que te hice estremecer....
Srita. Entropía
Srita. Entropía
Variables Complejas
Escrito en la esquina de mis apuntesde cálculo,
Srita. Entropía,
Variable aleatoria
miércoles, 28 de noviembre de 2012
jueves, 22 de noviembre de 2012
Alfonsina
"Y si llama élNo le digas nunca que estoyDi que me he ido"
...Pero yo no entendía a dónde se había ido Alfonsina, a dónde iban las olas y marzo, mucho menos de qué se alimentaban esas lágrimas que tiraba mi madre al leerme el final de la sirenita, aquel en el que ella se vuelve espuma por no querer apuñalar a su príncipe.
¿Qué no estaba dormida Alfonsina? ¿qué no los poemas son lo contrario al silencio? Pero entonces me empapó la resaca de la marea alta - o baja, o lejana, o cercana - y supe que hay muchas maneras de escuchar silencios. Que en ese cono que trae el frente de onda - a veces coronado con peces o estrellas de mar, quizás con los cabellos de Alfonsina o con la daga que la sirenita debía usar -, que se enreda y seduce tus tobillos con su fuerza, se te va la vida en una exhalación más larga que el océano: una que va y vuelve, se lleva y trae, se va y regresa.
Alfonsina no escuchó el océano de una caracola, no pudo conformarse con ese sonido que se acomoda en tu oído y se acurruca en tu mente durante un momento. Ella tuvo que abrazarse de él, torciendo rumbos, como ella decía. Y es que, según dicen, su nombre significa "dispuesta a todo".
Mi madre nunca me dijo que Alfonsina Storni tuvo cáncer de mama. Y ahora que leo sus poemas, sé de dónde nació la letra de la canción, aunque a mi me gusta más la versión instrumental de Paquito De Rivera.
Me pregunto si Alfonsina pensó en el vértigo cuando se arrojó hacia el mar: ese que a mi me gusta sentir en la orilla de los acantilados, viendo como el mar se lleva las estrellas y los cometas invisibles. Me pregunto si ella imaginó su profundidad y si la muerte es fría y tiene el mismo vaivén que tienen las olas del mar.
Siempre he pensado - y sin encontrarle ningún caracter oscuro ni deprimente - que me gustaría morir en el mar o, en su defecto, en el agua, como Alfonsina Storni, como Virginia Woolf.
Variables Complejas
Cantamos o nos callamos,
Variable aleatoria
sábado, 6 de octubre de 2012
jueves, 19 de julio de 2012
Aleatorio (I)
- Y que lo único que le duela a mi ser, sean los moretones. Que de la negra sangre de mis agallas, surja el valor para arrojarme del trapecio.
- Rasgada la noche, me regaló un pedazo de su vestido para taparme con él.
- "Te voy a escribir un mail" dijiste. Un día los silencios no le van a ganar a todo lo demás.
- Borrar números de teléfono, borrar mensajes. Borrar historias.
- Volar en columpio, desangrar la tarde para ponerme a escribir; correr con la madrugada. Ven a pintar las paredes de mi cuarto y mi alma de blanco por que tanto azul de la noche le cambia la tonalidad a mis manos.
- Buenas noches esquinas: me voy a bailar para que se me olviden un rato.
Srita. Entropía ~
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