jueves, 5 de noviembre de 2015

Quiéreme, cielito lindo

Me he enamorado de tus (sus) pestañas.
Me he enamorado de su (tú) cabello, que parece un nido de pájaros, un montón de olas en la orilla de la noche; el ideal para hacer cafuné.
Me he enamorado de sus (tus) hombros y de sus (tus) tobillos al bailar, de la elegancia de su (tú) cuello y la ligereza de sus (tus) brazos.
Me he enamorado de los dientes que se salen cuando se (te) ríe, de sus (tus) miradas de soslayo cuando hablamos.
Me he enamorado de sus (tus) cosquillas cuando le (te) beso la cara.

[ Y entonces él dijo "siento que ya lo tienes todo planeado".
Pero no. Aprendí a la mala que cuando crees que esas pestañas, ese cabello, el cafuné, la risa, los brazos, los pasos de baile, sus hombros y las cosquillas pasarán contigo el resto de la vida...
Puf. Esas cosas no son para siempre.]

Me he enamorado. La noche está aquí, el frío, las vibraciones en el fondo del estómago y en alguna parte de la columna vertebral. Está la expectativa, la esperanza: el flotar de la punta de los pies 5 centímetros por encima del suelo. Está la búsqueda, mi mano sin cigarros. Están las lágrimas y los nudos en la espalda, están los sueños agitados y las ojeras; están esas sonrisas de pájaro y mis pies descalzos: mi corazón abierto.

[Y entonces él dijo "es que eso es lo que me da miedo: que seas tan entregada".
Pero así soy. Como dijo Antígona yo vine al mundo para amar.
Y ya no puedo hacer menos que eso.]

Me he enamorado de la forma en que me acerca a su cuerpo cuando bailamos.
Ahora sé que no hay forma de volver atrás.

(Que no quiero volver atrás...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario