Son las 14:16 del 16 de febrero del 2017. María José acaba de tararear una canción del Chetes ("16 de febrero del 2006, hace un mes, hace un año..."). Estamos en un café en la calle de Durango (La Otilia, una panadería gluten-free).
María José estudia noruego y yo intento armar mi presentación para la defensa de mi examen de la licenciatura en física. Hace rato fumamos un cigarro, nos tomamos unos jugos. Ella comió chilaquiles y yo me estoy tomando un frappé amargo.
María José se irá en abril a Noruega. En tres días sus prospectos no le han hecho mucho caso. Sigue con la ilusión de volver a ver al Irlandés. Estudia Noruego, hace pasteles. Intenta terminar su tesis.
Yo tengo el corazón roto. Estoy yendo al psicoanalista para arreglar el desorden que llevo en mí. A veces encuentro la valentía para enfrentar esta situación, a veces no. Estoy intentando hacer lo que hace falta para entrar al doctorado en ciencias biomédicas. Hoy, más tarde, veré a mis compañeros de la coreografía para practicar lo que hemos aprendido en la clase de rumba.
María José hace cara de angustia e insiste en que no entiende. Mi estómago ruge porque ya tengo hambre.
Nos preguntamos en dónde estaremos en un año.
(En diez, en treinta).
Esperamos que la respuesta no sea peor.
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