...Ya vendrán días mejores.
Pero no vino ni el cartero.
Él la miró, allí, tendida en el suelo. Le dio un último vistazo al nudo que le había hecho en su cuerda floja y se fue. Para siempre. Aunque ya tenía tiempo que se había ido.
Ella se quedó allí, enredándose las ideas y las emociones, invocándolo en sus sueños, por no dejarlo ir. Se sentó en el lugar de la espera, atemorizada, desecha. Lo persiguió en su mente durante mucho mucho tiempo.
Hasta que un día, tampoco vino la primavera.
Así que, salió a buscar. Flores, una palabra, agua. La luz y el espectro de la esperanza. Se quedó con aquel reflejo de silbar como pájaro, algunos gestos de sus manos y uno que otro chiste personal que la hacía sonreír en secreto de vez en cuando.
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