jueves, 3 de diciembre de 2015

Ella baila sola

Me acordé de la primera vez que bailé contigo.
Yo era una niña. Había perdido la virginidad, sí. Había fumado hasta intoxicarme y había bebido hasta el colapso. Había llorado y despedido amores. Había hecho la pregunta "¿mamá, soy guapa?".
Y sin embargo, era una niña. Esperando.
Esperando por alguien que me sacara a bailar.
Bailamos. Y me enamoré de ti. Siempre te dije que me había enamorado de ti porque me habías sacado a bailar.
Más tarde pusieron una canción que me gusta bailar. Pero no la bailamos. Tal vez tú ya no estabas. Tal vez yo ya me había ido.
Cinco años después, pensé en esa noche. No había tanta gente como ahora. Habíamos podido bailar y desplazarnos por donde quiera, sin estorbarle a nadie. Sin lanzar codazos asesinos.

Me acordé de la vez que me quedé a bailar contigo.
Habían cambiado el bailongo de lugar. Estábamos tomando clases de salsa cubana en el Instituto de Matemáticas. Una de esas veces te enfadaste conmigo por mi falta de coordinación. Pero ese día no te molestó que metiera la pata una que otra vez.
Habíamos dejado todo en un cubículo, junto con las llaves. Creo que dejamos literalmente todo. Miramos a otros bailar. Caminamos juntos a casa. Tomados de la mano.
Como siempre.
Un año después, me pregunto si estarás aquí. Me pregunto si vas a bailar.
Porque aunque ya te lloré dos mares, hay un hueco entre mis pasos que se reserva un compás de los tuyos.

Me acordé de todas y cada una de las veces que bailaste conmigo.
Me dabas una vuelta entre tus brazos y decías ésta vuelta se llama el beso. Dejabas un beso en mi mejilla. No sé por qué decías.
Antes me mirabas a los ojos. Me guiabas con las manos y la mirada. Creo que antes no me tenías miedo.
Te he perdido entre la gente. Hay demasiada gente. Me defiendo de los codazos voladores y me tomas entre brazos para bailar.
Pero todo sale mal. No estás aquí conmigo. No sé dónde estás.
Pero no estás bailando conmigo.

Hace cinco años yo era una niña. Creía que el amor triunfaba sobre todas las cosas, y que la única magia en el mundo era la esperanza. Llevaba el cabello corto y no buscaba algo que ya creía saber qué era. Hace cinco años me gustaba bailar, aunque sentía que no podía hacerlo bien. Llevaba la vida en los labios, y el mundo en la mirada. Sabía qué era lo que quería y no tenía miedo.
Han pasado cinco años. Ya no soy una niña: ya no llevo cicatrices en las rodillas de caer sobre el piso o desde los árboles. Ahora llevo las heridas donde las mujeres: en el corazón. Sigo convencida de que el amor triunfa sobre todas las cosas, porque el mío defiende la desaparición de su propia vida. He encontrado la esperanza sujetando los sueños que tenía. He vuelto a cortarme el cabello, con los duelos de estos 5 años. No sé qué es lo que quiero. Sé que te quiero. Te quiero de vuelta. Te quiero bailando conmigo.

Cinco años después, lo único que me da miedo es que un día ya no quieras bailar conmigo.